viernes, 18 de febrero de 2011

MUJERES, POR MARECHAL

LEOPOLDO MARECHAL, Adán Buenosayres

“¡Adelante, señores!, ¡Pasen a ver el
monstruo antiguo, la bestia de mil formas y de ninguna, la tan paupérrima como
suntuosa, la que se viste de prestado con todas las galas de la tierra, la más
vestida entre lo desnudo, la más desnuda entre lo vestido, la nada en traje de
Iris, la sombra de un misterio! Ante vuestros ojos deslumbrados aparecerá tal
vez como algo duro y fuerte: alcázar o torreón, baluarte o almena, roca o
metal; pero, ¡atención!, porque nada es tan débil como Ella, y nada tan
deleznable como su vistoso edificio de espumas. O quizás nos parezca frágil, y
su misma fragilidad os invite a las comparaciones más líricas; pero, ¡cuidado!,
porque nada encontraréis tan resistente a la violencia y al castigo, nada tan
fuerte como Ella en los rigores de la lucha. Eso sí, la veréis rodearse de
misterio, disfrazarse de enigma y envolverse toda ella en tules que desearían
ser impenetrables a vuestros ojos; pero ¡desengañaos!: en su mismo afán de
parecer misteriosa, fácil es advertir que no hay criatura más desprovista de
misterio. Y ahora, ¡pasen a ver, señores, la deidad antigua, la de mil nombres
bárbaros, la nunca profanada!, ¡Señores, adelante!, ¡chist!”    

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