viernes, 28 de enero de 2011

ISABEL NÚÑEZ, FUERTE Y CONMOVEDORA

ALGUNOS HOMBRES... Y OTRAS MUJERES

 



Como en cualquier otra materia, para
el complejo mundo de las relaciones personales necesitamos conocimientos,
actitudes y valores que tantas veces, aún habiéndolos adquirido, nos dejan sumidos
en el dolor y la perplejidad cuando la relación termina sin que hayamos
entendido porqué se originó, ni los motivos de que concluyera. Por lo que
adentrarnos en los quince relatos que Isabel Núñez nos propone, con su
importante carga simbólica y su mirada comprensiva y compasiva ante las mismas,
otorgará al lector no poca serenidad a la hora de analizar las suyas propias.
Isabel nos habla en primera persona,
en un tono cálido y confidencial, necesario para acercarnos a sus historias.
Hasta ahí. Pues muy poco nos importará luego si son reales o inventadas, asunto
que pasa a segundo plano en cuanto constatamos que no sirven a la autora para
realizar un autorretrato complaciente de sí misma, ni para ajustar cuentas con
los personajes de su pasado mediante justificaciones biográficas: son
testimonios honestos de supervivencia, tras haber amado con los ojos abiertos
en diferentes etapas de la vida, extrayendo de las relaciones todo lo bueno de
ellas.
 Con un estilo propio y muy cuidado,
amplio vocabulario, soltura narrativa y ausencia total de lugares comunes o
frases hechas, Isabel logra además dibujarnos con eficacia cambios en las
relaciones familiares, otra Barcelona habitable y ese contacto intenso y
emocional con la Naturaleza que poco a poco vamos perdiendo, convirtiendo su
sencillo libro de relatos, tan rico en valores, en un retrato generacional
conmovedor e  inteligente.





Ficha
técnica del libro:


Título:
Algunos hombres... y otras mujeres.


Editorial:
MENOSCUARTO


Año
de publicación: 2009


Páginas:
208


Formato:
RÚSTICA


Precio:
15,50 €


ISBN:
978-84-96675-37-7






domingo, 23 de enero de 2011

LA EMMA DE NORBERTO LUIS ROMERO







EMMA
ROULOTTE, ES USTED – Norberto Luis
Romero
Editorial
Eclipsados, 2009
Con esta Emma venturosa, y una necesaria
inteligencia cómplice, el lector puede sumergirse en una divertida reflexión
sobre la creación literaria de gran calado. Y eso sin necesidad de discursos
campanudos o sentencias graves, largas parrafadas en textos donde nunca ocurre
nada, sino todo lo contrario: utilizando precisamente
el sistema de muñecas rusas o cuentos encadenados, yendo directamente para su
confección a la Madre de todos los relatos: Las mil y una noches, con lo cual
el entretenimiento del lector está más que garantizado.

No obstante, es interesante que el receptor –gran protagonista de esta Emma
generosa- conozca algunas características del particular doctor Frankenstein
que la ha creado, Norberto Luis Romero. Pues Emma es atípica dentro de
su obra, caracterizada por un temprano magisterio en su género más feliz, el
cuento, con el emblemático El momento del
unicornio
(1996), de nuevo reeditado, y sin nada que ver con las
angustiantes y góticas novelas que la preceden y conforman el grueso del
universo norbertiano, como Isla de
Sirenas, Ceremonia de máscaras, La noche del Zepelín
o la genial Signos de descomposición, todas ellas encaminadas con acierto a integrar al lector en un ambiente opresivo y
terrible. 

Y quizás como paréntesis rupturista con su narrativa anterior, pero además con
voluntad estilística de no estancarse y correr riesgos, Norberto echa mano de
sus más lecturas más gratas para rendirles homenaje y también para preguntarse
porqué se dedica a esto. Así, las mil y una noches, las sublimes y misteriosas hermanas
Brontë, Jane Austen, y algunos clásicos más desfilarán por estas páginas en las que Emma
busca a Norberto, o quizá Norberto se busque a sí mismo. Por ello es inevitable
identificarnos con ella y puedo asegurarles que Emma Roulotte, es usted. Somos
todos los que, con suerte, hemos dedicado un rato feliz a conocerla. 

domingo, 9 de enero de 2011

LUIS GARCÍA JAMBRINA: EL MANUSCRITO DE NIEVE







EL
MANUSCRITO DE NIEVE


Luis
García Jambrina


Alfaguara


Madrid,
2010


18,50
euros








            Delectare et prodesse





            Podríamos afirmar que son mayoría los escritores noveles que optan por iniciarse con
novelas históricas, quizá motivados por el apoyo y las ayudas de una industria
editorial que establece como comprador-tipo a un lector mayoritariamente
femenino y de mediana edad, dispuesto a invertir su tiempo de ocio en mejorar
su formación cultural. Y por otra parte los autores, incitados por el señuelo
de empezar su currículum con un pelotazo, como si la literatura fuera un cursus
honorum cinematográfico, nada ven más plausible que acogerse a la disciplina
histórica, para la que se dispone hoy en día de todo tipo de fuentes a la hora
de obtener la documentación necesaria, aunque conseguir la verosimilitud debida
sea tarea mucho más complicada de lo que parece. Pero es así como se llega al
momento actual donde podemos fácilmente encontrar en el mercado español
centenares de novelas históricas, basadas siempre en la reproducción más o
menos afortunada de hechos conocidos, y salteadas de contados lances de
folletín entre héroes, amadas y villanos de distinto pelaje y cartón piedra,
confeccionados para la ocasión, que sirvan de narradores, atrezzo o testigos de
lo que dieron las crónicas antiguas como verdadero. 


            Un género en el que los novelistas anglosajones nos llevan considerable distancia por
sus especializaciones como creadores de largas sagas literarias, bien por
épocas que dominan (Saylor, Cornwell, McCullough)  bien por disciplinas concretas como la
navegación (O’Brian), o bien por la creación de personajes originales, como el
Marco Didio Falco de Lindsay Davis que se pasea por el siglo I acompañado por
su suegra, o el Flashman de George MacDonald Fraser, antihéroe decimonónico por
excelencia. Todo esto sin aludir, ni alcanzar, a los grandes clásicos de la
disciplina como Waltari, Mújica Láinez, Carpentier, Yourcenar o Eco.


            Mientras, en España, de los centenares de autores antes aludidos, son contados los que conocen
bien la época y los escenarios en los que trabajan, creyendo que basta sólo con
documentarse bien sobre un tema a la moda o de Centenario, rarísimos los que
realizan algún tipo de penetración psicológica sobre sus personajes y
excepcionales aquellos capaces de mezclar varios géneros distintos, alejándose
de etiquetas fijas en la narrativa, como marcas de detergente.

 Pues bien, con Fernando de Rojas, autor de la Celestina, ha iniciado Luis García
Jambrina una nueva saga literaria en España que participa de todas estas
cualidades fantásticas y sorprendentes. Pues este personaje desconocido salvo
cuatro pinceladas (nacido en Puebla de Montalbán, joven bachiller en Salamanca,
judío converso y abogado en ejercicio), le ha servido para construir un detective
del siglo XVI no exento de verosimilitud, sapiencia sin alardes, trama compleja
y diversión garantizada para el lector que tenga a bien delectare et prodesse,
aprender de manera entretenida, como hicimos todos con El nombre de la rosa sobre los monasterios medievales. Aunque también podríamos asegurar que la verdadera protagonista de esta saga, la que
nos seduce, embriaga y enhechiza por sus páginas, es la ciudad de Salamanca.


           Ya que en la primera novela, cuyo título renombra a la ciudad, El manuscrito de piedra, tuvimos a bien pasearnos de la mano de
Luis por la ciudad mítica y mágica, subterránea y oculta. Y en este Manuscrito de nieve, lo que se nos
revelará es una urbe poderosa, sostenida por tensos hilos nobiliarios en
constante lucha, dispuestos a romperse y teñirla de sangre. Muy necesarios y
complementarios son otros sectores, bien representados en la novela, como el
todopoderoso clero, los criados y la prostitución, confinada en tiempos de
Cuaresma en la cercana aldea de Tejares, lugar donde hoy día se imparte y
enseña (son otros tiempos) la educación vial.


En cualquier caso, no era tarea sencilla, con este Manuscrito de Nieve, otorgar continuidad al brillantísimo Manuscrito de Piedra, novela que había elevado el tobogán lúdico de las emociones lectoras a alturas más que respetables por razones muy variadas: los conocidos
personajes, la mezcla de géneros novelísticos, el pálpito de Salamanca. Y ha
sido una tarea superada con éxito, aún a costa de transformar un anacrónico
asesino en serie, dada la religiosidad de la época, en un verosímil
contendiente para las pesquisas del sufrido y humorístico héroe. Pero no he de
revelar la trama, síganla ustedes.